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Revista de la Facultad de Ingeniería, Año 6, Número 1
genial estratega militar se pone en evidencia en esta frase:“La línea entre el orden y el
desorden reside en la logística”.
Muchos referentes de nuestra civilización, prohombres de la historia han señalado la
vital importancia de la disciplina que abordamos. Por ejemplo, Alejandro Magno, con
una ironía cargada de conocimiento de la logística y su importancia para las
campañas que desarrollaba, decía: “Mis logísticos son un grupo sin sentido del humor.
Saben que si mi campaña falla, ellos serán los primeros a los que mate”.
Pero, focalizándonos tiempos más cercanos podemos citar a Ernest. J. King, nada
menos que el Comandante en Jefe de la Armada estadounidense durante la Segunda
Guerra Mundial, que sostenía: “No sé qué demonio es eso de la logística de la que
Marshall siempre está hablando, pero quiero un poco de ella”.
Y tampoco podemos dejar de citar al emblemático y tan cuestionado George S.
Patton, General de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial que, con
evidente claridad, señalaba a sus hombres: “Caballeros, el oficial que no conoce sus
comunicaciones y sus suministros tan bien como su táctica es totalmente inútil”.
Y, para terminar con estas citas, tengamos presente el siguiente pensamiento que se
le atribuye a Napoleón, aunque su origen no se haya podido comprobar: “Los
amateurs hablan sobre táctica, los profesionales estudian logística”.
Esta rápida revisión nos muestra que, desde antaño a los tiempos modernos, hemos
debatido y lucubrado definiciones de logística pero, en la realidad, tanto en la faz
empresarial, política como académica, cuando se habla de logística, muchos aún no
tienen la claridad conceptual sobre las amplias dimensiones del concepto.
Así, muchos enfoques circunscriben la logística a una actividad restringida al
transporte y al almacén, concibiéndola como actividad rutinaria y que, a nivel
empresarial, no agrega valor alguno al producto ni al propio fabricante y, menos aún,
al cliente final.
Ante estas posiciones, creemos fundamental referirnos ala opinión del Consejo
Profesional de la Cadena de Suministros (CSCMP que ha definido con claridad la
nueva concepción de la logística:“Es aquella parte de la gestión de la Cadena de
Suministro que planifica, implementa y controla el flujo -hacia atrás y adelante- y el
almacenamiento eficaz y eficiente de los bienes, servicios e información relacionada
desde el punto de origen al punto de consumo con el objetivo de satisfacer los
requerimientos de los consumidores.”
Interpretando este axioma y llevándolo a la práctica, debemos entender que la
logística es un eslabón de una estructura más compleja, que no sólo se limita al
medio de transporte y al almacén. Por el contrario, definir esta disciplina en base a
esas dos únicas actividades sería caer en un concepto perimido y a una definición
incompleta., La logística es hoy mucho más que esas dos simples tareas.
Utilizando la definición del CSCMP, podemos decir que es una actividad producto del
control y ejecución de una planificación de movimientos y almacenaje de bienes, de
forma tal que estos lleguen al cliente en el lugar indicado, en la cantidad y calidad
pactadas y al precio acordado por el comprador y el vendedor. Se trata de enfatizar
que la logística debe necesariamente concebirse como una actividad comercial,
generadora de réditos económicos para quien vende la mercadería o brinda el
servicio y que a ello debe sumársele que dichos bienes deben ir acompañados de la
información necesaria y pertinente para cada parte interviniente en el proceso.
Es esto lo que, sin lugar a dudas, hace que la logística se transforme en una ventaja
competitiva para las empresas pero también para la sociedad en general. Y, por
tanto, cuanto más eficiente y eficaz sea nuestro servicio, mayor será la rentabilidad
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